Buenos días a todos. Esta semana toca sesión doble, y hoy
vuelvo para hablaros de una película, que a nivel personal llevaba tiempo
esperando para su estreno. La cinta funciona a la vez como secuela y como estrategia
para hacernos olvidar otra secuela protagonizada por el nada carismático Jeremy
Renner. Este post he decidido hacerlo libre de spoilers, así puedes echar un vistazo,
aunque no hayas pasado por caja para ver la película.
Jason Bourne supone el regreso de dos pilares fundamentales que componían la franquicia
Bourne, Matt Damon como el protagonista (y en esta ocasión para ocupar uno de
los puestos de productor) y Paul Greengrass para volver a dirigir, aunque esta
vez también ha asumido las labores de guionista junto a Christopher Rouse. En
esta entrega vemos como Jason Bourne regresa después de recibir un soplo acerca
de la apertura de una nueva operación encubierta que sirve como sustituto de Treadstone
y Blackbriar, operaciones que tanto trajo de cabeza al protagonista en las
anteriores entregas. Su informante no es otra más que Nicky Parson, ex empleada
de la CIA que ya ayudó a Jason en ocasiones anteriores. Nicky también revela
otra información que consigue hacer que Bourne decida ir detrás de otro alto
cargo de la agencia de espionaje (no puedo decir más sin caer en un spoiler).
En esta ocasión, la
crítica especializada no ha estado muy a favor, algo sorprendente ya que desde
la primera película hasta la cuarta (si, incluido en esa entrega de Jeremy
Renner, de cuyo nombre no me quiero acordar), las críticas han sido positivas. Y
se perfectamente el motivo: es otra película de Bourne más, sin aportar nada
nuevo. Cosa que me ha dolido en el alma, como fan de la franquicia (excepto de
la cuarta película, cuya única función fue cargarse la saga, y encima los críticos fueron demasiado indulgentes con ella), ya que he ido al cine con las
expectativas muy altas y me he quedado algo frío. No os confundáis, la película
me ha gustado, y mucho. Tiene todos los ingredientes que ha conseguido
marcar la diferencia dentro del género de espías: intrigas dentro de la CIA, un
desertor desmemoriado que tiene que dar esquinazo constantemente a la agencia
mientras hace lo posible por destapar operaciones encubiertas en la que ha
estado implicado, y también descubrir su verdadera identidad (o en este caso,
descubrir a los responsables de las operaciones). Sin embargo, esta película viene
con una sola novedad, Jason Bourne lo recuerda todo, a diferencia de las
anteriores entregas en las que el personaje tenía que recabar toda la información
acerca de su identidad y demás. A pesar
de todo esto, no hay nada nuevo, nada que consiga sorprender, y encima el final
es previsible y abierto para futuras secuelas. Otra cosa que me ha extrañado
bastante ha sido la ausencia de Joan Allen, Pamela Landy en El Mito de Bourne y El Ultimatum de Bourne, personaje bastante importante, responsable
de que el protagonista descubra su verdadera identidad, y que tambien tiene el
añadido que ha sido una implacable directora de operaciones dedicadas a
perseguir y capturar a Bourne. Y si tenemos en cuenta que tanto Heather Lee y Robert
Dewey (Alicia Vikander y Tommy Lee Jones, respectivamente), que se encargaron de
la nueva operación para dar con Bourne, podían haberse puesto en contacto con
Landy para conseguir más información sobre el protagonista.
![]() |
Pamela Landy contactando directamente con Jason Bourne en El Mito de Bourne |
Otro hecho que se nota en
la película, y que me duele mucho reconocerlo, es que se nota a la legua que
tanto como Paul Greengrass como Matt Damon han vuelto a la saga para cobrar el
cheque y adiós muy buenas (esto también va por Tommy Lee Jones, que más
inexpresivo y desganado no podía estar). Ojo, se nota muchísimo que Greengrass
se lo ha currado lo justo para entregar una secuela decente que no aspira a
nada nuevo, y sé que de ponerle un poco más de empeño podría haber conseguido
una secuela igual de impresionante a la vez que inolvidable, como lo fue El ultimátum de Bourne en su momento.
En conclusión, la película
es perfecta para nostálgicos de Bourne (como yo) que esperaban otra película llena
de acción e intrigas dentro del espionaje (sin idas de olla tipo convertirse en superagente gracias a una gripe), pero que no aportan nada nuevo. Personalmente,
la película se lleva un 8 sobre diez ya que, insisto, si el director le hubiese
puesto más empeño, estaríamos delante de una secuela que lo podría petar, coloquialmente hablando.